
Las risas, las horas nocturnas. Todo cambió. Las cálidas tardes donde paseábamos hasta ver esconderse el sol dieron paso a unas mañanas frías que me despiertan recordando los mese que viví junto a ti. Aquí, en otra historia que comienza, tienes también tu sitio y puedes venir cuando quieras a ver cómo los atardeceres se llenan de hojas que el viento mece mientras el cielo pasa del azul al naranja y de éste a la más intensa de las tristezas. Pero no podrás volver a recuperar lo que en un día te perteneció y que durante algún tiempo formó parte de tu ser, no podrás siquiera hacer sombra a la que un día fue también tu sombra. Desde este lugar en el que me encuentro no percibo tus sentidos y lo único capaz de llegar a mis ojos es una ausencia que espero ver siempre tan vacía y, a la vez, tan llena de un egoísmo capaz de destruir los caminos que paso a paso construí para formar un futuro junto a ti. Hasta que cayó la última gota, la que se desprendió de la fuerza y la voluntad para decir que ya se llegó al círculo que giraba sobre sí mismo. Ahí te quedas, princesa de los sueños que ni tú supiste defender aún cuando estabas sola. Los juegos se acabaron ya, y aquí sólo me queda comenzar otro camino, lejos de ti, de tu memoria y de tus recuerdos.