
Cuando uno está enamorado, los movimientos de su corazón se mueven por las miradas que la otra persona le lanza bajo las sábanas. Hasta aquí todo fácil, pero puede ser que la persona no sea la correcta ni que las sábanas sean las que a uno les gustaría tener para sumergirse y malear con el tiempo. Sólo hay una cuestión para saber cuando se está enamorado: cuando los movimientos del corazón de aquélla persona son idénticos a los del nuestro. Entonces puede decirse que ya nos dan igual las sábanas y hasta el resto del mundo.
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