sábado, 3 de diciembre de 2011

Las doce campanadas


Las doce campanadas de este bloguero que despide al año que se nos va:

1.- Cambio. Siempre cuesta establecerse sobre todo si uno es animal de costumbre, como el resto de los seres humanos. Unas veces cuesta más de la cuenta y otras menos. No fue fácil encontrar un sitio desde el que poder mirar cómo ondeaban las banderas de la libertad. Y así se continuó hasta bien entrado el tiempo. Costó, pero la victoria fue mucho mayor al final.

2.- Una etapa que se va. El pasado se deja atrás pero es inevitable que se mira en el espejo de tu presente. Lo que aprendiste ayer te servirá para hoy. Se cierra una etapa antes de lo que pensaba. Septiembre brilló por su ausencia. Fue en julio cuando supe que había que pasar página porque ya todo estaba superado.

2.- París. Se erigió como un reencuentro sin parangón. El paradigma perfecto para volver a recordar tiempos que nos hicieron pensar que esa época iba a perdurar en el espacio y el tiempo. No fue así. Nadie sabía la fórmula exacta pero me reencontré con antiguos compañeros a los que desconocí en ocasiones. Y ellos me desconocieron a mí, como sería lógico tras un tiempo en el que ese camino no fue visitado por ambas partes. Creció la hierba. Se volvió a podar. Y los llevo conmigo.

3.- La lluvia. Una de las grandes protagonistas de una semana donde la vida se concentra. Se quedaron las calles sin Esperanza. Sin ver al Gran Poder del que todo lo puede. Lloró el cielo, y esto pareció Londres, plomizo y triste en una bohemia tarde de invierno. Esperemos que el próximo año vuelva el sol.

4.- El Drago milenario. Tenerife como otro de los grandes viajes del año. Varias horas de recorrido y varios días compartiendo impresiones sobre una tierra donde recorrimos los últimos años. Hamburguesotes y pizzas rancias para almorzar y cenar. Un buffet libre durante todo el día, comida sin control. Y he ahí donde emerge el descontrol de unos días inolvidables.

 5.- Victoriano. Había costado mucho esfuerzo por conseguir ese aire que venía de uno de los países menos alabados por mí, quizás por mi sentido historicista. Al final entró vestida de amarillo, y más que un mal augurio se convirtió en la que faltaba. Y para colmo venía exclusivamente del país british. Ironías.

6.- Un verano atípico. Los viajes han ayudado a paliar en cierto modo esas crisis internas que alteran las relaciones con las demás personas que te rodean en el pueblo donde has pasado toda tu vida. El volver no muchas veces hace que las cosas sigan igual.

7.- La Gasparita echa el fario. No se sabe porqué razón ni cómo ni cuándo, pero el viaje de la Asunción de la Virgen lo van a olvidar bien pocos. Quizás porque quince días después más de uno se quitó la máscara y dejó al descubierto el juego al que había estado sometiendo al resto. No, por mucho que quieras no hablar del tema sabemos  quiénes fueron tus pasatiempos, por mucho que en aquellas fiestas disfrutaras de tu baile de la victoria.

8.- La confesión. Al final todo se acaba sabiendo. De nada sirve ir comentando qué ha sucedido o qué te parece. Más si lo haces con premeditación y alevosía. Y para colmo en petit comité, donde por muy poco acompañado que estés, no sabes si el que está en frente te la va a jugar. Ella no lo sabe, pero yo sí.

9.- El giro de la discordia. La demostración de un cambio que nos pilló por sorpresa  a más de la mitad. Esas idas y venidas y esos cambios tan inesperados que tomó la reina de Pesteburgo nos hicieron replantearnos qué estaba sucediendo. Y fue ahí cuando más de uno tomó la decisión de optar por alejarse.

10.- La otra. Se fue lejos. Y eso alegra a más de uno, y a más de uno mucho más que a mí. Lo sé porque uno lleva en el juego unos cuantos años y sabe de qué va el tema. Tras sus desplantes en noches de verbena dejó claro que no le importábamos. Y me alegro porque el tiempo acabó dándome la razón en cuanto a impresiones fundadas en secretos ocultos. Yo lo sabía. Lo iba a hacer, siempre lo había hecho y a nadie pillaría por sorpresa. 

11.- Halloween. Nadie pensó que se convertiría en una noche terrorífica sin gracia alguna. Uno no puede quejarse cuando no ha colaborado de nada de lo que está preparado. Surge entonces la disputa, y el roce inevitable que hace que lo olvidado se recupere para tomar decisiones en próximos eventos a organizar. Para colmo nos enteramos de que las mentiras tienen las patas muy cortas, sobre todo si las compartes con una prima que puede delatarte en cuanto pongas buenas caras a los que te han estado esperando.

12.- El gran cisma de los errores aldeanos. Me pregunto si los demás recordarán tanto los errores míos como yo recuerdo los de ellos. Reconozco que me  he equivocado en ocasiones, lo malo, es que no todos los reconocemos por igual e intentamos solucionarlos. El barco se hunde y cuando esto sucede las ratas son las primeras en abandonarlo. Habrá que esperar a ver quién será el o la siguiente en pirarse por la puerta. Mientras tanto, cada cual ha ido forjándose su propio refugio a esperas de encontrar una pequeña barca que los saque de allí o donde quedarse flotando hasta que ondee a lo lejos un pañuelo blanco anunciando en fin de las guerras. Sólo queda un pequeño tablón de madera despojado de una gran cuaderna flotando a lo lejos…

y muchos comenzando a luchar por sus propios intereses.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Estrella Polar


Allí había una mirada para mí. Y fue entonces cuando decidí que todo podía cambiar. Todavía estaba a tiempo de seguir porque sabía que alguien confiaba en mis posibilidades y mi esfuerzo no caería en olvido. Había una mirada para mí y podría ser consciente de que me seguiría allá donde yo decidiera continuar mi camino. Sería algo así como un reflejo de mi paso por su vida, como un pequeño instante en el que yo quedaría grabado en su retina y por tanto podría experimentar miles de fantasías y hasta soñar con deseos que no se cumplirían por falta de tiempo. Pero estaba allí, reflejándose en mis ojos. Y todo, a partir de ahora, merecería la pena. Sobre mi cabeza volaban los ingenios de un futuro mejor mientras seguía buscando poner fin a las campanas que sonaba n anunciando tristes días. Atrás quedaban las huellas un pasado alejándose tras mis pasos. Desde este instante, mi estrella polar sería su mirada.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Volver


Se había levantado de la cama sin hacerlo durante varios meses. Parecía mentira que después de tanto tiempo pudiera levantarse sin ni siquiera tambalear su cuerpo sobre las sábanas, raídas y amarillas que yacían en la cama. Simplemente se levantó, como lo hacía cada mañana antes de que se postrara en aquel lugar sin poder levantarse. Se dirigió a la ventana. El sol entraba por ella iluminando hasta los rincones más oscuros de un habitáculo que parecía más una cárcel que otra cosa. Y allí, justo en el mismo instante en el que el frío del metal le recorrió las manos al apoyarlas sobre la ventaba, divisó el paisaje que tanto tiempo esperó. Los barcos entraban en la esclusa y salían del puerto como cada mañana. Los marineros se enrolaban en la marina y las gentes del mar iban con cajas de pescado de un lado a otro, mientras las gaviotas despertaban al pueblo ante un nuevo amanecer. Decidió entonces que era el momento de volver a la vida. Y así, sin más, se abrochó los zapatos, se lavó  la cara y fue dispuesto a volar, sin necesidad de tener que andar sobre sus pies.

martes, 26 de julio de 2011

Blanco y Negro


Caía la noche. De fondo, el ruido de los automóviles. Mientras se alejaba, avanzaba hacia él. Se trataba del dolor, que se desprendía de una fugaz ilusión sin poder dar marcha atrás. Allí se quedaba ella. No aceptaban que habían perdido los dos. Pero en el fondo sabían que eran los únicos que podían cuidar a la perfección los pasos del otro, que podían poner fin a la soledad. Ahora sólo quedaría un pasado guardado anclado en las huellas perdidas que la fina lluvia borraba al caer contra el suelo. Al fondo, una historia que se ahogaba como lo hacía el color que podría haberle devuelto la luz a sus vidas.

domingo, 17 de julio de 2011

Cuerpos


Y estaba ahí, observando cómo la luna bañaba de plata las inmensas olivas que poblaban las serranías más próximas. El calor de las noches de julio le recorría su rostro sin piedad, como después lo harían mis manos sobre ella. Era sólo un poco más que el día anterior, pero suficiente para sentirla durante el tiempo que marcara el reloj, sin dejarla escapar. Ella y yo, en un laberinto clandestino, que sólo descubrió la aurora cuando se encaramó a las paredes de la oscura habitación y dejó nuestros cuerpos llenos de sed, desnudos, indefensos ante la inmensidad del cielo.

viernes, 3 de junio de 2011

Sombras


El cuerpo busca el reflejo de la luna en las cálidas noches de primavera mientras el alma araña los rincones oscuros. Será entonces cuando las mentiras se guarezcan entre la madera hinchada de los portalones heridos con el paso de los años y la hiedra encarne el efímero presente con sutiles vaivenes de viento seco. Y al fondo, los vencejos terminarán perdiéndose entre crepúsculos que mantienen la esencia de los primeros días de junio.

martes, 17 de mayo de 2011

Lunas Rotas



Las noches de mayo me recuerdan a noches de antaño. Los jazmines enredados en las paredes escalando hacia el cielo, los amaneceres con nombre y sed, las madrugadas cómplices del deseo y los segundos perdidos entre el pasado y los recuerdos. Noches que llegan cargadas de días que no volverán a repetirse, de momentos que no tendrán una segunda parte, porque nunca fueron buenas o quizás porque nunca supimos borrar la primera, donde todo lo inesperado se convertía en un guión que marcaba el compás de los pasos perdidos.

domingo, 15 de mayo de 2011

Mayo


Mayo con sueños imposibles. Mayo con días largos de sol y noches de luna con espuelas de plata titiritando en el cielo. Delante, la brújula perdida de la conspiración se ahoga entre pieles de mercurio y níquel. El desconcierto y la desconfianza. El tiempo pasando sin llamar a la puerta y las calles vacías sin una dirección a la que acudir para poder ser llamado. Ni todos los caminos llevarán a Roma ni todos acabarán bajo tus pies. Mayo, infranqueables campos de jaramagos y amapolas lidiando con la inocencia perdida.

sábado, 22 de enero de 2011

Primera versión


Enero se instaló en mi habitación. A cien por hora se fueron las vacaciones y me quedé sin dinero para poder viajar al cielo de tus labios. El sol entra por la ventana y me muestra días que traen postales sin luces que puedan alumbrarme el camino. En un abrir y cerrar de ojos cae la noche y el telón baja. El próximo día la función volverá a repetirse, en el mismo escenario, con los mismos personajes. El teatro de la vida sigue su curso sin mostrarme una segunda escena donde el sol se marcha casi sin darse cuenta y las tardes huelen a azahar y jazmín. Llegará marzo y volverá la vida.