
Parece estar enferma, la edad
puede rondarle los setenta u ochenta años. Pero seguramente se asome al balcón
recordando tiempos de ayer, cuando era una muchacha que andaba cerca del
Guadalquivir cantando canciones de épocas oscuras donde no existía la libertad.
Cómo ha cambiado el tiempo y ella tan débil, vivo retrato en sepia de lo que
fue, mujer que día tras día recibe al sol desde el gran ventanal y donde se
sienta a contemplar los mismos días que en un pasado la vieron jugar en su infancia sin lágrimas montada
sobre la velocidad de un sueño hacia destinos desconocidos.