
Cuando las puertas vuelvan a abrirse de par en par y el olor a nardos recorra las aceras, la luna volverá a derretirse y caerá convertida en gotas de cera dejando un reguero que anunciará noches con olor a jazmín, y comenzarán a florecer las amapolas. Será mayo, y a partir de ahí los días conspirarán para dejarnos un verano de sol abrasador y siestas después del café. Entonces comenzarán a caerse las naranjas y las sillas poblarán las calles hasta que caiga la noche. Y será verano. Y volverá la vida.