Qué poco queda ya. La primavera
se va apagando, se rinde. Pero pronto llegará el verano. Dos mundos diferentes pero
que guardan la ilusión de las tardes largas y paraísos nuevos. Llega el verano,
una época para abrir ventanas al amanecer para no caer y no descubrir en qué
hemos fallado el resto del año. Al mundo y a la vida meses de calor y de rencuentros.
Nada podrá parar este tren desenfrenado donde julio y agosto se convierten en
eternos días. Se acabaron los guiones y los papeles. Ahora la libertad deseada
por encima de todo. Ni angustia, ni temor. Sólo libertad. Amplia.
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