
El mapa de los sentidos se deja ver con más claridad a medida que pasan los días. Saber dónde situarnos parece ser uno de los objetivos a seguir dentro de este nuevo mundo que toca recorrer. Poco a poco, se van allanando los terrenos y va surgiendo ese límite que divide lo prohibido de lo que se pierde entre nuestros pasos. Quizás no nos demos cuenta, pero ya hemos recorrido un espacio prudencial que nos ha servido para saber dónde está el bien y dónde comienza lo que no debemos observar ni tan siquiera al sentirnos presos de esa curiosidad incipiente que nos lleva a jugar con fuego. Es la época de jugar con la innovación, de transmitir nuevos conocimientos en espacios relativamente jóvenes ante nuestros ojos. Es hora de empezar a andar.